jueves, 14 de julio de 2011

“Chirinos se acercaría a un psicópata”

Es por naturaleza una investigadora incisiva, de esas que les gusta hurgar los casos que por su trasfondo han tenido o causado impacto en la sociedad. En su largo transitar de 25 años en el periodismo, investigó los llamados ‘pozos de la muerte’ en el Zulia, en 1986, relacionados a desapariciones forzosas; la Policía paralela “Manzopol”, en la cual José Manzo González, el entonces ministro de Interior y Justicia, para 1988, se vio obligado a renunciar. Por esa investigación obtuvo el Premio Nacional de Periodismo. Es una periodista que ha denunciado, pero que también ha sido denunciada, incluso acosada, por decir lo que otros prefieren callar.

Ibéyise María Pacheco Martini es devota de la Divina Pastora y le encanta escribir, sobre todo si se trata de hechos que ha investigado y de los que se ha empeñado en conocer los detalles que hacen la diferencia.
En 2006 publicó su primer libro Bajo La Sotana: Confesiones del padre Pablo. Este año acaba de terminar su segundo libro, que ya está en venta. Un éxito editorial llamado Sangre en el Diván. El extraordinario caso del Dr. Edmundo Chirinos.

Ibéyise Pacheco, en principio fue una lectora más de la noticia, que con el tiempo, se convertiría en uno de los crímenes más escandalosos de la historia del país y que llevaría a la cárcel a uno de los hombres con uno de los currículos más abultados en cuanto se refiere a profesionalización y cargos desempeñados. “El llamado padre de la psiquiatría en Venezuela” terminaría desnudado en su personalidad por Ibéyise, quien se interesó por el caso y se propuso documentarlo, escribir un libro.

“No es un libro sobre Edmundo Chirinos, es un libro sobre un crimen. Me llamó la atención el suceso como tal, prácticamente al momento de conocerse. Me enteré por los medios de comunicación. Uno siempre comienza como ponerle atención sobre un hecho, ya más desde el punto de vista periodístico. Me llamó la atención apenas aparece Roxana Vargas, casi inmediatamente la mamá, Ana Teresa Quintero, hace filtrar a los medios la información de que había una relación afectiva entre Edmundo Chirinos y su hija. Leo la declaración que ella da a los medios, la veo en televisión, y percibido que comienza entonces a correr fuerte el rumor de que el sospechoso del crimen es el psiquiatra”.

Pacheco sintió que Edmundo Chirinos era tratado con benevolencia, mediáticamente hablando: “Si te pones a ver era lógico. Era un personaje que tenía más de cuatro décadas, hasta cinco décadas como una figura en los medios de comunicación y era obvio que estaba en su territorio natural. Era un entrevistado con frecuencia, que ocupó tan importantes cargos, conocía muchos periodistas, propietarios de medios de comunicación. Se suponía que tenía prestigio”.

-¿No era de suponer que con esa influencia, obstaculizara la investigación?


-Los criminales tratan siempre de ocultar sus fechorías, sus actos. Pero cuando uno comienza a investigar no debe pensar en los obstáculos. Estos obstáculos están es para superarlos. Hay que tomar la decisión y seguir adelante con el trabajo de investigación. Desde que me interesé en el caso me propuse escribir un libro y hoy en día ya es un logro tras dos años, y quizás un mes más de investigación.

-¿Cuéntanos sobre el repertorio de entrevistados?

-Cuando comienzas a elaborar un esquema de un trabajo de investigación, es como si hicieras una investigación científica. Lo primero es elaborar una hipótesis. Sobre el caso, ya existía una sospecha sobre Edmundo Chirinos. ¿Qué quedaba? Investigar al sospechoso, investigar la víctima, investigar el suceso. Haces un esquema general, no sólo con fuentes vivas, documentales, sino otras necesarias para construir una historia. En todo caso, primero hay que organizarse, presentar un mapa. Conocer muy bien el entorno de la víctima y entorno del victimario. Y tienes que tratar de manejar al máximo los detalles del crimen.

-¿Accediste al expediente, cuáles fueron tus fuentes?

-El expediente, mientras estuvo el juicio fue secreto.
No hay acceso, está en manos del Tribunal.

-¿En que momento entrevistas a Chirinos?

-Fueron unas 40 horas de conversaciones divididas en varias sesiones. Él tenía casa por cárcel hasta el momento de su sentencia que fue el 29 de septiembre de 2010. Le hice saber desde un principio que estaba escribiendo un libro y quería hablar con él. En todo tiempo él lo que hizo fue, comportarse como es. Edmundo Chirinos es una persona enferma. Pero no me correspondió dar un diagnóstico y por eso es que en el libro está plasmada la versión de quienes si pueden hacerlo, en este caso de psiquiatras. Pero en síntesis, para mí Edmundo Chirinos se acercaría a un psicópata. Imagínate, son más de 30 años, hasta 50 años ejerciendo la psiquiatría.

-¿Tuvo que morir Roxana para que quedara desenmascarado?

-Eso es una interpretación de una madre destruida por un crimen. Una niña de 19 años, que confió en su médico que era un psiquiatra. Ella como madre, y que fue incluso paciente de Chirinos, siente que se murió su ángel. Es la versión de una madre dolida.

-¿Dictada la sentencia lograste hablar con Chirinos?

-No, ni me interesó. Yo estaba esperando la sentencia para publicar el libro, no podía hacerlo antes. Que si se iba o no a dar una condena ejemplar, siempre está la duda en este país y en esas circunstancias. Pero en términos de un proceso bien llevado, toda la parte acusadora, definitivamente lo que presentó el Ministerio Público fue muy contundente. Entrevisté al fiscal y realmente había muchas evidencias en contra del siquiatra. La sociedad fue cómplice. Edmundo Chirinos pasó tantos años frente a nuestros ojos cometiendo delitos. No sólo es que asesinó a esta niña que es el más grave, también están los abusos sexuales continuos, la ausencia de ética. Con todos estos casos, aún la Asociación Venezolana de Psiquiatría no se ha pronunciado pese a que Edmundo era un miembro de su gremio. No he recibido críticas de ellos, más bien un silencio discreto.

-¿Es posible desarrollar una investigación y no sentir inclinación hacia alguna de las partes?

-Es que nosotros como seres humanos y como tal sentimos simpatía o rechazo. Siempre lo digo con mucha seriedad. Cuando entrevisté a Edmundo Chirinos a mí me daba asco. Yo no podía decírselo. Como también me daba lástima la mamá de Roxana. Pero decir, soy objetivo y no sentir nada, eso es caerse a mentiras y mentirle a los demás. Uno siente. Si te provoca llorar en algún momento, pues lloras. Pero en más de 25 años ejerciendo el periodismo he pasado por momentos así, pero eso de ponerme a llorar no me ha tocado aún.

-¿Qué opinas del periodismo de investigación?

-Soy una defensora apasionada del periodismo de investigación. Lamentablemente hoy en día no se está haciendo este tipo de periodismo. Esa es decisión de los distintos medios de comunicación, pero creo debe ser una política de los dueños de medios. Hacer una inversión, pero eso requiere su tiempo.

-¿Puede fallar uno como periodista con una información de una fuente que uno considera confiable?

-Claro, por supuesto. Somos seres humanos. Eso lo tenemos que tener presente. Cometemos fallas. Hay gente que se equivoca, pero siempre hay que tratar de corroborar la información.

-¿Qué piensas de la inseguridad en el país?

-Quisiera pensar que algún día todo esto acabará, pero es evidente que aquí no ha habido una política contundente contra la inseguridad. Urge una política de Estado. Está demostrado en el mundo entero que mientras exista una política seria sobre este tema, se reduce la inseguridad. Colombia o Medellín, no son lo mismo de hace 10 años. Ellos han avanzado y nosotros nos hemos deteriorado como país por la inseguridad. Hay que preocuparse por la seguridad del país. Hay circunstancias muy específicas en todo esto. Problema de educación, de pobreza, infraestructura, dotación de equipos, problemas de preparación de personal, y luego otro problema muy complicado, de un gobierno que incita el odio. El país está polarizado. Hay un discurso permanente, constante que estimula el enfrentamiento entre los venezolanos.

-¿Y el tema de la censura?

-Aquí nosotros confrontamos problemas de censura y autocensura, lo que es más preocupante todavía. La gente se calla por miedo. El periodista que calle y oculte la verdad, definitivamente no está haciendo periodismo. ¿Qué somos nosotros? Pues, registradores de la verdad. Si la ocultas, no es nada ético. La autocensura es peligrosa, es miedo. Si te estás imponiendo el silencio, eso es dramático.

EN DESTAQUE
EL LIBRO


‘Sangre en el Diván’ trata del crimen de una joven de 19 años, estudiante del octavo semestre de Periodismo en la Universidad Santa María, a quien se le perdió el rastro el 12 de julio de 2008. 48 horas después fue hallada muerta, con una herida en la cabeza, en el parque Caiza. Un día antes del hallazgo, Ana Teresa Quintero ya sospechaba quién estaba detrás de la desaparición de su hija Roxana Vargas Quintero. Era nada menos que Edmundo Chirinos, nacido en Churuguara, estado Falcón, un siquiatra adinerado, poderoso e influyente.